Los campamentos provisionales están absolutamente saturados, y por lo tanto pueden producirse brotes de paludismo, cólera, fiebre tifoidea, infecciones respiratorias y otras enfermedades.
Casi 900 centros de salud han sido destruidos en un país que ya se enfrentaba a amenazas sanitarias como el COVID-19, el cólera, la fiebre tifoidea, el sarampión, la leishmaniasis, el VIH y la poliomielitis.